divendres, 8 de març del 2013

JOSÉ A. PAGOLA: CARTA A MIS LECTORES

Per l'interès que aquest tema ha suscitat durant aquests darrers anys i la curiositat de molts seguidors d'aquest autor, us oferim aquesta carta escrita de la seva pròpia mà després que la Congregació per a la Doctrina de la Fe (Roma) hagi donat una resolució definitiva sobre el particular. Hem de suposar que la nota de la Congregació romana es farà pública ben aviat. De moment, us deixem les paraules que ha escrit el mateix D. José A. Pagola, sacerdot de la Diòcesi de Sant Sebastià, parlant del seu llibre.

CARTA A MIS LECTORES:

He recibido con satisfacción la resolución definitiva de la Congregación Romana para la Doctrina de la Fe sobre mi libro «Jesús. Aproximación histórica». Con este motivo quiero dirigirme a quienes han leído mi libro o han seguido de cerca las polémicas suscitadas a lo largo de estos seis años.
1. Antes que nada, quiero decir que recibo las decisiones que se han tomado sobre mi libro como un estímulo que me reafirma en lo que, en estos momentos, esel único objetivo de mi vida: contribuir a que los hombres y mujeres de hoy podamos conocer mejor la personalidad apasionante de Jesús, acoger con más entusiasmo su proyecto de construir un mundo más humano, y acercarnos con más fe al misterio de esperanza que se encierra en su persona.
2. A quienes habéis leído mi libro os puede interesar conocer, aunque sea de manera concisa, las principales decisiones tomadas por Roma. En lo referente a cuestiones doctrinales, la Congregación reconoce que mi libro no contiene ninguna proposición contraria a la fe, por lo cual no me ha pedido corregir ningún error doctrinal o afirmación herética. En lo referente a cuestiones metodológicas, la Congregación hace diversas consideraciones sobre el objetivo y la naturaleza de mi libro, y sobre la relación entre fe e investigación histórica. Sin embargo, no ha considerado necesario pedirme una revisión del enfoque de mi obra ni tampoco corrección alguna sobre la metodología que empleo en mi trabajo.
3. Lo que se me ha pedido es que, “para evitar equívocos y malentendidos” introduzca en futuras ediciones “las modificaciones” sugeridas por mí mismo, en torno a cinco puntos concretos. No he dudado en ningún momento en colaborar con esta disposición, pues lo único que he buscado siempre ha sido que mi libro siga sembrando la Buena Noticia de Jesús. La nueva edición saldrá próximamente.
4. En estos momentos quiero agradeceros vivamente a los que, a lo largo de estos años, me habéis manifestado de diversas maneras vuestra cercanía y apoyo incondicional. He podido leer conmovido la experiencia que habéis vivido muchos de vosotros al leer mi libro. Me decís que Jesús ha cambiado radicalmente vuestra vida, que en él os habéis encontrado por fin con un Dios Amigo, que os habéis reafirmado en vuestra fe, que os habéis comprometido a vivir de manera evangélica… Gracias a todos. Me habéis hecho experimentar que Jesús sigue vivo en medio de nosotros.
5. Ahora solo miro al futuro. Quiero vivir mis últimos años colaborando en lo que considero la tarea más urgente en la Iglesia actual: volver a Jesucristo como la única verdad de la que nos está permitido vivir y la única fuerza que nos puede hacer caminar hacia una Iglesia más evangélica al servicio de un mundo más humano. Ya no sabría vivir de otra manera.
José Antonio Pagola
8 de marzo de 2013







dijous, 28 de febrer del 2013

DECLARACIÓN SOBRE LA AUTORIDAD EN LA IGLESIA CATÓLICA

160 TEÓLOGOS Y TEÓLOGAS DE LA IGLESIA CATÓLICA

http://iglesia-segun-el-evangelio-hoy.org/

Con ocasión del 50º aniversario del Concilio Vaticano II (1962-1965), invitamos a todos los miembros del Pueblo de Dios, a evaluar la situación de nuestra Iglesia.

Muchos de los temas clave del Vaticano II todavía no han sido implementados, en absoluto, o lo han sido sólo parcialmente. Esto ha sido debido a la resistencia de algunos sectores, pero también a una cierta dosis de ambigüedad que se dejó pasar en algunos de los documentos conciliares.

La principal causa del actual estancamiento radica en su incorrecta interpretación y la mala aplicación en lo que concierne al ejercicio de la autoridad en la Iglesia. Concretamente, los siguientes temas requieren una corrección urgente:

La función del papado necesita ser redefinida claramente en la línea de la intención de Cristo. Como supremo pastor, unificador y principal testigo de la fe, el Papa contribuye sustancialmente a la buena salud de la Iglesia universal. Sin embargo, su autoridad no puede oscurecer, disminuir ni suprimir la autoridad auténtica otorgada directamente por Cristo a todos los miembros del Pueblo de Dios.

Los obispos son vicarios de Cristo, no vicarios del papa. Tienen una responsabilidad inmediata de sus diócesis, y una responsabilidad, compartida con los otros obispos y el papa, respecto a la comunidad de fe mundial.

El Sínodo de los obispos debe asumir un papel más decisivo en la planificación y en la orientación del mantenimiento y el crecimiento de la fe dentro de nuestro complejo mundo actual. Para llevar a cabo esta tarea, el sínodo de los obispos necesita ser dotado de unas estructuras apropiadas.

El Concilio Vaticano II ordenó que debía haber colegialidad y corresponsabilidad en todos los niveles. Esto no ha sido llevado a cabo. Como estableció el Concilio, los consejos presbiterales y los consejos pastorales, deben involucrar a los creyentes más directamente en las tomas de decisión concernientes con la formulación de la doctrina, la gestión de la pastoral y la evangelización de la sociedad secular.

El abuso de nombrar para puestos directivos de la Iglesia a candidatos de una única forma de pensamiento, debe ser erradicado. Se debe establecer nuevas normas, y una supervisión sobre su cumplimiento, para asegurar que las elecciones para tales puestos sean llevadas a cabo de una manera limpia y transparente, y en cuanto sea posible, democrática.

La Curia romana requiere una reforma más radical, en la línea de las instrucciones y la visión del Concilio Vaticano II. La Curia debería continuar existiendo por sus útiles servicios administrativos y ejecutivos.

La Congregación para la Doctrina de la Fe debe ser asistida por comisiones internacionales de expertos, que han de ser escogidos de forma independiente, sobre la base de su competencia profesional.

Estos no son, ciertamente, todos los cambios necesarios. Somos conscientes de que la puesta en marcha de estas reformas estructurales deberá ser elaborada con detalle, según las posibilidades y limitaciones de las actuales y futuras circunstancias. Sin embargo queremos destacar que estas siete reformas sugeridas son urgentes y que su puesta en marcha debe comenzar inmediatamente.

El ejercicio de la autoridad de nuestra Iglesia debe emular las normas de transparencia, de rendición de cuentas y de democracia que son practicadas en la sociedad moderna. La autoridad en la Iglesia debe ser percibida como honesta y digna de confianza, inspirada por un espíritu de humildad y de servicio, mostrando preocupación por la gente más que por las reglas y la disciplina, transparentando a un Cristo que nos hace libres, y escuchando al Espíritu de Cristo que habla y actúa a través de cada persona.

dimecres, 9 de gener del 2013

CREER DE OTRA MANERA

Andrés Torres Queiruga

Fuente

En el Evangelio disponemos de la mejor, insuperable, imagen de Dios aparecida en la historia. Pero largos siglos de contaminación la han deformado, hasta hacerla irreconocible en muchos puntos, que no siempre son los menos importantes. Aquí, mirando a los conceptos de fondo, señalaré algunos que están clamando con especial urgencia ser revisados a fondo, agrupándolos en tres capítulos.

Contra una lectura deformada de la creación

Aunque está en vías de superación, uno de los más grandes problemas que arrastra la teología actual es la lectura literal o fundamentalista de la Biblia. De modo muy especial, afecta nada menos que a los maravillosos relatos de la creación en el Génesis. En ellos, con el simbolismo profundo del lenguaje mítico, se nos habla de la intención de Dios, que no busca para nosotros más que la realización, el amor y la felicidad. Eso quiere significar el símbolo del paraíso: la meta a la que estamos destinados. A esa meta se opone el mal; por eso la Biblia lo pone fuera de Dios. La narración mítica, preocupada por llamarnos a la bondad, se fija sobre todo en el pecado humano, que, como muestran los primeros capítulos —del asesinato de Caín a la corrupción universal—, tanto daño hace. Pero tomar a la letra, convirtiendo en explicación física o metafísica lo que sólo quiere ser una exhortación moral, lleva al disparate.

diumenge, 9 de desembre del 2012

PARA QUE EL EVANGELIO TENGA SABOR EN EL SIGLO XXI

Propuestas del obispo Nicolás Castellanos

Aquest text reprodueix el capítol 7 del darrer llibre (pp. 85-96) del bisbe Nicolás Castellanos, que acaba de sortir: Resistencia, Profecía y Utopía en la Iglesia, hoy, Herder, Barcelona, 2012, 118 pp.

Com a presentación del llibre res millor que reproduir uns fragments de la presentació que li fa el seu amic Pere Casaldáliga:

A modo de introducción fraterna ( de P. Casaldàliga)

Nicolás Castellanos es conocido y admirado, sobre todo en España y en nuestra América, como un obispo diferente, fiel a la Iglesia y libre en ella, lúcido y activo, comprometido y comprometedor en las causas de Dios y de la humanidad, especialmente entre los pobres.

El presente libro es muy autobiográfico tanto espiritual como pastoralmente. Basta con leer los títulos de los capítulos para contemplar cada uno de ellos como una profesión vocacional y un análisis de coyuntura eclesiástica y social.

(…)

El título del libro propone tres grandes actitudes «en la Iglesia hoy»:

Resistencia, sin claudicaciones, sin amargura, sin miedo. ¿Quién dijo miedo habiendo Pascua? Una resistencia, en la Iglesia y en la sociedad, que se traduzca en la coherencia diaria, en la familia, en el trabajo, en la política, en la ciudadanía, en la pastoral, en la corresponsabilidad civil y eclesiástica.

Profecía, en anuncio, en denuncia, en consolación. «No dejéis caer la profecía», nos dice Nicolás como nos pedía, ya casi agónico, el patriarca profeta Dom Hélder Cámara. «Empezad por suprimir todo miedo, quedaos a la intemperie; nos acompaña el Espíritu», proclama Nicolás invocando al Vaticano II, que debe ser recuperado «en el espíritu, en la letra y en la mística».

Utopía. Una utopía que no es quimera, porque es el propio sueño del Padre de Jesús: el Reino, el Reino en el día a día y hacia la plenitud de la esperanza pascual. Según Nicolás: «El Reino de Dios tiene que ser el absoluto de la Iglesia... como fue absoluto para Jesús». Una esperanza, nuestra utopía, que se haga creíble «en pequeños gestos liberadores», en medio de tanta mentira, frustración, desespero y muerte. Pueden quitárnoslo todo menos la fiel esperanza.

Ese líder apostólico y carismático que es Nicolás Castellanos, nos hace esta íntima, humanísima confesión: «Termino expresando un convencimiento que ha motivado y dado sentido a mi vida. Hay que empezar por ser persona, por desarrollar la capacidad de actitudes alocéntricas, oblativas, de apertura al otro, de diálogo, de escucha, de paciente y activa esperanza, de amor a fondo perdido y gratitud, abierta a la trascendencia».

Nicolás, gracias. La canción de nuestras comunidades proclama: «Tú vas abriendo camino, otros te seguirán». Desde tu renuncia al episcopado, para asumir más radicalmente la opción por los pobres, eres un emblema de esa Iglesia que soñamos, «la otra Iglesia posible», evangélica en todo, comunidad de los seguidores y seguidoras de Jesús, portavoz de la Buena Noticia que el mundo necesita desesperadamente. Tú sigues contribuyendo de modo significativo en el surgimiento de hombres nuevos y de mujeres nuevas, el nuevo Pueblo de Dios.

Pedro Casaldáliga,
obispo emérito de Sâo Félix do Araguaia.
6 de febrero de 2012.

Propuestas para que el evangelio tenga sabor en el siglo xxi

Nos ronda una pregunta clave: ¿cómo hacer creíble el Evangelio, el Reino de Dios en la Iglesia de hoy, en el marco de una sociedad plural, compleja, diferente, pluricultural y plurirreligiosa, de cambios vertiginosos? ¿Cómo llegar a esa novedad que promete el Espíritu Santo?

Ofrezco un apunte, para que cada uno lo desarrolle y complete a su manera:

1.    Se requiere innovación, reformas y cambio de estructuras desde la fidelidad y creatividad, según aquel aforismo de inspiración agustiniana, asumido por el Concilio Vaticano II: «Unidad en lo esencial, libertad en la duda, y en todo caridad».

Recuperar el verdadero sentido de la tradición, es decir, que los muertos están vivos, y no que los vivos están muertos.

2.    Empezar por suprimir todo miedo, quedarse a la intemperie. Nos acompaña el Espíritu, que se hizo presente en el Vaticano II, que «quiso alcanzar el mundo en su carrera». No queda otra que recuperar el espíritu, la letra y la mística del Concilio Vaticano II. Liberarse de las tristezas, del aburrimiento, de la depresión, del colesterol, del sinsentido de la vida.

Dejarse sorprender y no vivir asustados. Que a la jerarquía no le atenace un miedo terrible; miedo al ateísmo, al agnosticismo, a la conciencia personal; que se maneje en una sociedad plural y creyente, en una relación de libertad, diálogo, escucha y alegría.

3.    Por imperativo, conciliar la teología de la Iglesia, Misterio y Pueblo de Dios en comunión fraterna y en misión, tiene que ser traducida en ejercicio y profecía de sinodalidad y de colegialidad. «Si la Iglesia es comunión, comporta una base de igualdad, de dignidad personal, de fraternidad común, de solidaridad progresiva, de obediencia disciplinada, de colaboración real y de correspondencia en la promoción del bien común.»

Los nuevos signos de los tiempos colocaron a la Iglesia y la comunión en la actitud permanente de diálogo abierto intraeclesial y con el mundo. Ese diálogo implica y postula una escucha valiente que puede cambiar estructuras caducas e instituciones del pasado.

Todo esto exige aplicar un ejercicio lúcido y evangélico de discernimiento profético y audaz, basado en la oración, en el diálogo y en la parresía.

Y en este contexto nos pueden las sorpresas del Espíritu Santo, que habla por las mujeres, los pastores, teólogos, los pobres, los jóvenes, los movimientos sociales..., que provocan cambios estructurales, teologales y psicológicos.

En definitiva, un nuevo kairós, que se traduce en conversión personal a Dios y en conversión comunitaria a la justicia social. Y se abren horizontes hacia una perspectiva creativa y fecunda. Algo no funciona en el ámbito eclesial. Sin espíritu o sin mística somos un pájaro sin alas. Nadie puede sustituir la interioridad, la fuerza del Espíritu. No puedo creer lo que afirman las malas lenguas sobre que el Espíritu Santo ha sido sustituido por la ideología de la curia Vaticana.

4.    El cristianismo puede morir por asfixia si no se atreve a defender que su espacio natural es la sociedad civil. Esta tiene un papel emergente. Y en ese terreno debe «jugar» el cristianismo. Si quiere mantenerse lúcido tiene que desembarazarse del mercado y del Estado y «jugar» en la sociedad civil emergente, con libertad y para la justicia; solo así es posible la fraternidad cristiana y solo así es «significativo» lo «diferencial cristiano».

5.    El continuo disenso no es buen síntoma. Cuando el ejercicio de la autoridad se acostumbra al decreto, a la sospecha continua, a la acusación vehemente, sin escuchar o dejar de defenderse, hay que preguntarse si no hay una extralimitación de funciones de quienes se creen más propietarios que servidores de la Iglesia.

6.    La Iglesia hoy tiene el deber de mostrar, presentar, proponer pero no imponer el mensaje cristiano, la oferta gratuita de Jesús en libertad. «No tiene sentido que en Europa la Iglesia se ponga siempre a la defensiva.»

7.    Prescindir de todo aquello que no evangeliza ni abre camino al Reino. Lo cual supone estar atentos a lo que nace. El Espíritu Santo todo lo hace nuevo.

8.    La creatividad aplicada nos lleva a buscar nuevas formas y símbolos en la evangelización, nuevas propuestas de lenguajes, de diálogo y de escucha en la Iglesia. Dedicar más tiempo a la oración, estudio, escucha de la Palabra y practicar lo que indican los pastoralistas: Dedicar tanto tiempo a la oración y al estudio como a la acción evangelizadora, sacramental y pastoral. Hasta que no hayamos pasado noches enteras en oración, reflexión y estudio, nos faltará mucho por aportar a la Iglesia.

9.    Ser una Iglesia vulnerable que, antes de condenar el pecado del mundo, reconoce su propio pecado. Una Iglesia preocupada por la felicidad de las personas; «amiga de pecadores», como Jesús de Nazaret, que acoge, acompaña, escucha las preguntas y comparte alegría, conflictos y dolores.

10.  Hoy la Iglesia hace suyo el gran desafío de la historia. Tomar en serio el problema planetario de la pobreza. Si somos cómplices del universo del pobre, no queda otra que asumir el compromiso con este en sus dos vertientes: solidaridad con los pobres y denunciar las situaciones de injusticias y expolio de estos, por ser una situación inhumana de desigualdad y exclusión. No se consigue la equidad social si no reducimos las fronteras de la pobreza. Lo cual implica un compromiso con la justicia social y la defensa de los derechos humanos en el mundo y dentro de la Iglesia... La traducción consistiría en hacer pequeños relatos liberadores...

11.  Hoy en día necesitamos otras pedagogías y didácticas aplicadas a otras presencias de todo el Pueblo de Dios: sucesor de Pedro, pastores, religiosas/os o laicos, para ser significativas en el contexto plural, multicultural y multirreligioso.

Por ejemplo: el sucesor de Pedro hacerse presente en el Cuerno de África, en donde la hambruna hace estragos. Una presencia sencilla, acompañado por dos o tres personas, ejerciendo la parábola del Buen Samaritano, identificándose, donde practica ese gran misterio de la compasión (cum pati = sufrir con el otro). Este signo es legible, creíble; es capaz de dar un vuelco a las conciencias. Recuerdo que cuando era obispo de Palencia, bajé a la mina de carbón, en Guardo, y un minero con humor, me comentó: «Esto es más duro que "beber vino y cantar" en la Iglesia, pero agradezco verle con nuestro mono de minero. Gracias por venir».

No puedo olvidar aquella visita a un enfermo terminal, en Vidrieros, en la montaña palentina, una tarde de frío y ventiscas que cortaban la cara, cuando al ver entrar al obispo, exclamó: «Señor, ya puedo morirme, me ha visitado el señor obispo». «No es para tanto, hombre», le repliqué.

Hoy en día necesitamos en la Iglesia este elemento entrañable y humano: la necesaria energía de la compasión, que, en definitiva, es seguir las huellas de Jesús, que nos revelan la compasión del Padre. Apropiarse del dolor hasta identificarse y personificarse con él es aproximarse a una tierra y a una humanidad compartida, que se distingue por practicar la justicia.

12. «La compasión constituye una forma radical de crítica, tanto porque anuncia que el dolor es una situación inaceptable, como en razón de que los sistemas de poder nunca se construyeron ni se sustentan sobre la base de la compasión.»

Pero esta no puede quedarse en calderilla barata, sino que si decimos que estamos comprometidos con los pobres, hay que hacerlo expresión y realidad efectiva de amor, de ternura, de cariño, de amistad, de solidaridad real con esa persona concreta y pobre, con quien compartimos tiempo, vida, entrega, búsquedas, alegría y sufrimiento.

Tiene que darse un amor real y existencial.

La Iglesia, en su esencia, es profética, y tiene que constituirse en un lugar de misericordia, en donde podamos recuperar el discurso olvidado de la ternura. «Existe en el Nuevo Testamento una teología de la ternura, que siempre es curativa.» Existen muchas personas que solo pueden ser curadas por una sonrisa, una mirada acogedora, por un gesto sencillo de compartir un almuerzo o por un encuentro en torno a una copa. El apóstol Santiago (2,12-13) nos recuerda: «Hablad y actuad como quienes van a ser juzgados por una ley de libertad, porque el juicio será sin misericordia para el que no la practicó. La misericordia se ríe del juicio».

13. Hoy tenemos que dar un vuelco al cuadro de valores vigente, con realismo, mística y visión; hay que priorizar dos elementos de la experiencia humana y cristiana: ejercer con gratuidad y generosidad esa capacidad personal y comunitaria de humanización, sanación, curación y personalización. Nada humano le resulta extraño al cristianismo. La gloria de Dios es que el hombre y la mujer vivan.

La mujer y el hombre de hoy tienen que recuperar la alegría de vivir con lo suficiente; ni derrochar ni consumir en exceso, sin límites. En un mundo empobrecido, ¿qué sentido tiene el gasto superfluo de prendas de marca? Ahí no reside la verdad del sentido de la vida. «Existe más alegría en dar que en recibir. El que tiene mucho necesita demasiado para ser feliz y nunca lo llega a ser. Ahora parece que para pasarlo bien hay que gastar mucho.»[1]

14. Avivar la Esperanza: el tiempo de Dios (kairós) puede ser cada instante.

Para el cardenal Martini no solo estamos atravesando una noche oscura de fe, sino también de esperanza. La mayor prueba y tentación del mundo y de la Iglesia occidental radica en la ofuscación de la esperanza y en una visión alicorta y sincopada, a ras de tierra, que nos impide intuir la trascendencia.

Estamos en un adviento permanente; caminamos al encuentro del Señor, que ahora se adelanta en el pobre del camino.

Ser cristiano, en su integridad, consiste en ser hombre, hombre escatológico, un ser inacabado, un proyecto abierto, un proyecto de esperanza.

La esperanza cristiana, la vida del creyente siempre es esperanza, mirada y orientación hacia el futuro, hacia delante, y por ello es también apertura y transformación del presente.

La esperanza está hondamente arraigada en la experiencia viva y existencial de la persona; prácticamente constituye una necesidad en sí misma y en su relación con el mundo. Y es muy importante para el ser humano, que interpreta desde ella el sentido último y penúltimo de su existencia.

No se puede hablar de ética, si no existe la esperanza. Lamentablemente, lo económico, el dios mercado, el ídolo que es el dinero ha desplazado el lado ético, la misma esperanza. Pero no hay ética ni esperanza si no ponemos límites a uno mismo, si no aplicamos los instrumentos de la disciplina, del propio esfuerzo, la negación, una obediencia activa y participativa, no de sumisión, sino de comunión, la búsqueda compartida de la verdad.

La esperanza nos permite cierta dosis de optimismo ante el monstruo de la crisis. Nos sostiene la razón teologal de que la esperanza anida en nosotros desde el bautismo. Y el imperativo ético nos moverá a suprimir lo que marcha mal, y a promover los comportamientos éticamente correctos. El sentido ético de la vida, con su correlativo, la esperanza, nos brindan oportunidades realistas de ser optimistas en la lucha contra la intolerancia, la falta de diálogo y escucha, o la dictadura del consumismo. Solo es tolerable el miedo a la intolerancia, la dictadura, la xenofobia y a todo lo que hace daño al bien común.[2]

15. Desde la humildad y el atrevimiento para dialogar en el debate y en la discrepancia leal, se puede intentar revalorizar a las comunidades cristianas como espacios de humanización, de personalización, de experiencia, de «amigos fuertes de Dios», de interioridad, de fuente de solidaridad y de búsqueda colegial común de respuestas y de soluciones, aunque sean provisionales, a los graves problemas de hoy.

Me atrevo a sugerir el redescubrimiento de la parroquia como revelación y expresión trinitaria, lugar de acogida y compasión, comunión de comunidades y modelo de nueva sociedad, que se caracteriza por ser samaritana en la sociedad, experta en humanidad y alma en el barrio, en el pueblo y en la comunidad. El espíritu que nos anima lo podemos definir así: un espíritu de reconciliación, de reciprocidad, de consenso, de diálogo y escucha valiente, de no quedarnos «fijados» en polarizaciones y radicalismos verbales agotadores y estériles que nos llevan a la confrontación intraeclesial. «La única confrontación válida es la confrontación con la realidad y con la Palabra de Dios», escribe el teólogo Pablo Richard. Muchas veces, pensamos y actuamos igual, pero hablamos distinto.

16. La experiencia de amistad dinamiza.

Para san Agustín la amistad es tan esencial para la vida, que le da el mismo valor y rango que a ella.

Parece tan necesaria la una como la otra. Llega a afirmar: «En todo lo humano no hay nada agradable sin amigos».[3]

La amistad siempre es operativa.[4]

El amigo te habita. Los amigos miran en la misma dirección. El amigo al que amas entrañablemente, camina en paz, feliz, de la mano, en apoyo mutuo... Ambos caminantes están liberados para coger otras manos, porque aceptar otras manos no supone dejar aquella, que da fuerza y empuje en la marcha del camino.

El amigo siempre libera, nos personaliza, nos hace libres, potencia una serie de cualidades, de virtualidades, de dimensiones de la persona que, de no ser por la presencia del amigo, se hubiesen quedado en mera potencia.

En definitiva, desde una experiencia de amistad se descubre existencialmente la dimensión de la persona humana del ser con y del ser para... que se traduce en hacer de toda la vida un encuentro interpersonal, a partir de la aceptación de todas las personas tal y como son, y no como quisiéramos que fuesen.

La amistad —escribe Antonio Paoli— debe ser para un cristiano la óptica en la cual se contemplan las decisiones a tomar... Una opción tomada en clave de amistad puede tener un efecto liberador; tomada fuera de la amistad, puede ser destructora. La amistad es el centro de humanización de la historia y de la creación. Es como el punto de condensación de las cosas en el amor humano. La amistad es el nudo de la humanización de la historia, su catalizador, ya que todo el proceso histórico tiende a formar la comunidad unida en la paz... La amistad destraba a la persona, la explícita, la libera descubriendo en ella capacidades y fuerzas ocultas o valores insospechados. Solo en un clima cálido de afecto, en una completa integración a nivel personal, en una circunstancia feliz, porque en ella se dan todas las condiciones de un encuentro amistoso, florece la persona y descubre su tesoro interior, la plenitud de su ser.

17. El Reino. Hoy las actitudes y conductas deben inspirarse para hacer que acontezca el Reino, que ante todo es don y regalo del Señor.

La razón teológica clava su raíz en el mensaje de Jesús. Constituye el eje, el núcleo de sus dichos y hechos; el alma, corazón y centro de su vida; la causa por la que se entregó en cuerpo y alma. Su meta fue introducir en la sociedad el Reino de Dios: un mundo configurado y estructurado de un modo justo y digno para todos, un mundo habitable para todos, como quiere Dios. «Cuando Dios reina en el mundo, la humanidad progresa en justicia, solidaridad, compasión, fraternidad, paz...». A conseguirlo se dedicó Jesús con verdadera pasión. Por ello fue perseguido, torturado y ejecutado, según José Antonio Pagola. El Reino de Dios fue absoluto para Jesús.

El Reino de Dios tiene que ser hoy el absoluto de la Iglesia actual. Constituye el parámetro que mide la identidad del cristiano y la intensidad de su espiritualidad. Ha sido un error hacer de la Iglesia un absoluto y olvidarnos de que esta es signo y sacramento del Reino de Dios.

Este es el postulado esencial del paradigma eclesial, si queremos que la fe sea creativa y que los cristianos descubran lo fundamental cristiano. Es volver al Evangelio y a la mejor tradición. Quien mejor lo resume es Marcos: «El Reino de Dios está cerca. Convertíos y creed esta Buena Noticia». Y san Agustín nos presenta bellamente toda la novedad del Reino: «Despojaos de lo antiguo, ya que se os invita al cántico nuevo. Nuevo Hombre, Nuevo Testamento, nuevo cántico. El nuevo cántico no responde al hombre viejo. Solo pueden aprenderlo los hombres nuevos, renovados de antigua condición por obra de la Gracia, y pertenecientes ya al Nuevo Testamento, que es el Reino de los cielos. Por él suspira todo nuestro amor y canta el cántico nuevo. Pero es nuestra vida, más que nuestra voz, la que debe cantar un cántico nuevo».[5]

Termino expresando un convencimiento que ha motivado y dado sentido a mi vida.

Hay que empezar por ser persona y por desarrollar la capacidad de actitudes alocéntricas, oblativas, de apertura al otro, de diálogo, de escucha, de paciente y activa esperanza, de amor a fondo perdido y de gratitud abierta a la trascendencia.

Pero esto se logra y se crece en madurez humana si vemos «el desierto», si subimos al monte a orar, si entramos en el ámbito y nos dejamos coger por el Espíritu.

Y recapitulo lo expresado hasta aquí en este texto conclusivo:

Y es verdad, tenéis razón, constatamos hoy tantas cosas que se rompen, historias que no llegan a ser, como la de aquellos niños que cayeron bajo el fuego de las balas del terrorismo, tantas vidas que se pierden estérilmente. Estamos en trance de un nuevo alumbramiento histórico difícil: necesitamos un tipo nuevo de hombre, el hombre del mañana, que es profeta, comprometido, justo y solidario, que es creyente, comunitario, libre y responsable, que es luchador, arriesgado, crítico, participante y creador. Necesitamos ese hombre nuevo, capaz de dar el paso del tener o del poder, al ser, pero al ser juntos, al ser-con-los-otros y al ser-para-los-otros; un hombre nuevo que quebrante los muros del individualismo, las barreras del egoísmo, del mal y del pecado, y nos sitúe en el camino de la «Civilización del Amor» y en la experiencia de lo comunitario donde es posible el diálogo, la solidaridad, la comunicación de bienes, la comunión personal, la amistad, la libertad responsable, el trabajo para todos... en definitiva, un mundo habitable para todos, porque el actual no lo es.

Y concluimos, convencidos: «Solo Dios basta».

 

 

1. M.A. López Romero, «No está de moda la austeridad», en Revista 21, num. 947, octubre de 2011.

2. V. Camps, «No se puede hablar de ética sin esperanza», en Revista 21, num. 947, octubre de 2011, p. 28.

3. San Agustín, Carta 130 (11, 4).

4. N. Castellanos, «La Amistad en la Fraternidad», en ¿Responde la Iglesia a los desafíos de hoy? Cartas Pastorales, 427.

5. San Agustín, Sermón 1, 7-8, Salmo 32.

 

divendres, 23 de novembre del 2012

ELS DRETS DELS POBLES

Discurs de Joan Pau II

a l’Assemblea general de l’Organització de les Nacions Unides

(5/10/1996)

L’Osservatore Romano, 6/10/1996.
Versió catalana a
Documents d’Església, 29 (1996) n. 647, pp. 65-73


Senyor President, Gentils Senyores,  Il·lustres Senyors!
1. És un honor per a mi prendre la paraula en aquesta Assemblea dels pobles, per celebrar amb els homes i les dones de tot país, raça, llengua, cultura, els cinquanta anys de la fundació de l’Organització de les Nacions Unides. Sóc plenament conscient que, adreçant-me a aquesta Assemblea, tinc l’oportunitat d’adreçar-me, en un cert sentit, a tota la família dels pobles que viuen sobre la terra. La meva paraula, que vol ser signe de l’estima i de l’interès de la Seu Apostòlica i de l’Església catòlica envers aquesta Institució, s’uneix de bon grat a la veu de tots els qui veuen en l’ONU l’esperança d’una futur millor per a la societat dels homes.
Adreço un viu agraïment, en primer lloc, al Secretari General, el Dr. Boutros Boutros-Ghali, per haver encoratjat ferventment la meva visita. Us estic també agraït a vós, Senyor President, per la cordial benvinguda amb què m’heu acollit en aquesta altíssima Convenció. Us saludo, finalment, a tots vosaltres, membres d’aquesta Assemblea general: us estic agraït per la vostra presència i per la vostra gentil atenció.

dilluns, 12 de novembre del 2012

LES 58 PROPOSTES DEL SÍNODE 2012

 

Les Propostes finals d’aquest darrer sínode han rebut un tractament diferent del que havien rebut en els sínodes anteriors.

En tots els sínodes anteriors se seguia el procediment estipulat per l’Ordo del Sínode dels Bisbes: establia que les Propostes de cada Sínode dels Bisbes (redactades en llatí i que havien de ser votades personalment pels Pares sinodals) eren destinades al papa, i li havien de ser lliurades al final del Sínode. Aquest text, per la seva naturalesa, era reservat i no es publicava per tal de respectar el caràcter merament consultiu que la configuració actual atorga al Sínode.
En canvi, aquesta vegada per decisió personal de Benet XVI, i a compte de la Secretaria general del Sínode dels Bisbes, el Butlletí de l’Oficina de Premsa de la Santa Seu n’ha publicat una versió en llengua anglesa, provisional i amb caràcter oficiós.

Tanmateix, el mateix dia 28 d’octubre, dia en què es van votar els 58 propostes finals, el diari francès La Croix deixava entendre que hi ha havia un cert malestar entre alguns bisbes perquè «els pares sinodals no havien tingut el dret de veure (droit de regard) l’elaboració final de les proposicions que es van limitar a votar pràcticament per unanimitat». La revista llatinoamericana Adital concreta aquesta informació dient que «no se les dio a conocer la versión final de las Propuestas. La versión pública, leída ante el Papa, no fue el texto aprobado por los padres sinodales.»

Aquí teniu, en la seva versió catalana, les 58 propostes sinodals publicades per l’Oficina de Premsa. La versió és de Pere Codina i Mas.

 

Sínode dels bisbes. xiii assemblea general ordinària (2012)

LA NOVA EVANGELITZACIÓ
PER A LA TRANSMISSIÓ
DE LA FE CRISTIANA

INTRODUCCIÓ

Proposició 1:   Documents que s’han presentat al Sant Pare

A més de tots els documents sobre La nova evangelització per a la transmissió de la fe cristiana relatius a aquest Sínode que per la seva condició s’han presentat al Sant Pare, i que són, les Lineamenta, l’Instrumentum laboris, la Relatio ante disceptationem, la Relatio post discepta­tionem, les intervencions, tant les presentades a l’aula com les in scriptis, el Missatge al Poble de Déu, els Relacions dels Cercles Menors i les seves discussions, els Pares Sinodals han donat una certa importància a les proposicions següents.

Els Pares Sinodals també demanen humilment al Sant Pare que consideri l’oportunitat d’eme­tre un document sobre la transmissió de la fe cristiana a través d’una nova evangelització.

dijous, 8 de novembre del 2012

CARTA ALS BISBES ESPANYOLS

Pere Codina i Mas

 
He decidit fer pública la carta
que a finals del passat mes d'octubre
vaig escriure (i vaig enviar, certificada)
a la Comissió Permanent
de la Conferència Episcopal Espanyola.
La faig pública, no pel que els hi pugui dir,
sinó simplement pel fet d'haver-los-ho dit.
(Suposo i espero que no he estat l'únic...)

COMISIÓN PERMANENTE
DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA
A la at/. de Mons. José A. Martínez Camino, secretario
MADRID

Muy apreciados en el Señor:
Hace unas semanas, en su declaración sobre la crisis social y económica en que se encuentra sumida España, hablaron también sobre el deber moral de preservar la unidad española. No debe de ningún secreto para la CEE que su declaración contrarió a amplios sectores de la Iglesia catalana y en general de la sociedad catalana.
Yo mismo tuve la intención de escribirles inmediatamente para mostrarles mi indignación y mi protesta. Sin embargo, releyendo su nota, advertí, en el último párrafo del Anexo, una recomendación que me propuse seguir: «Con verdadero encarecimiento nos dirigimos a todos los miembros de la Iglesia, invitándoles a elevar oraciones a Dios en favor de la convivencia pacífica y la mayor solidaridad entre los pueblos de España, por caminos de un diálogo honesto y generoso, salvaguardando los bienes comunes y reconociendo los derechos propios de los diferentes pueblos integrados en la unidad histórica y cultural que llamamos España» (Anexo, n. 76). Y me propuse no desentenderme de ese «diálogo honesto y generoso» que piden, aportando para ello mi propia reflexión y punto de vista.

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