divendres, 17 d’agost del 2012

LA MORAL CONCILIAR Y LA MORAL DEL CATECISMO ROMANO

Jérôme Régnier

Fuentes:
Texto original francés:
Ensemble (1993) 5-12
Versión española

RELaT 84
 

El Catecismo romano editado por Pío V reflejaba exactamente el pensamiento del Concilio de Trento y sus objetivos de contrarreforma. Cuatro siglos más tarde ¿puede decirse que el Catecismo de la Iglesia católica apunta al objetivo del Vaticano II, o sea, un «aggiornamento» pastoral que evite las condenaciones y se preocupe de abrirse al mundo y a las otras Iglesias? Su principal responsable, el Card. Ratzinger, se ha manifestado a menudo como crítico de las desviaciones y de los avances excesivos del postconcilio. Mientras Juan Pablo II, en el prefacio, subraya la relación con el Vaticano II, en la presentación oficial a la prensa Ratzinger no hizo ninguna alusión a ella. Es cierto que en el Catecismo hay abundantes citas de los textos conciliares. Pero uno se siente transportado a un clima muy diferente. De ahí la pregunta inicial, que en el artículo se refiere especialmente a la moral. Para contestarla, el autor toma como punto de partida un artículo suyo anterior a la publicación del Catecismo (Ensemble, marzo de 1990, págs. 13-20), en el que trazaba las líneas maestras de la moral conciliar (I), para contrastarla con la moral del catecismo (II). En una última parte (III) se intenta orientar el período post-Catecismo hacia la búsqueda del diálogo y la aceptación del pluralismo, que podría evitarle a la Iglesia nuevas y más lamentables escisiones.

I. La moral conciliar

Una primera lectura de los textos del Vaticano II podría dar la impresión de que la preocupación moral no estaba en el punto de mira del Concilio. Son sobre todo las perspectivas de la Gaudium et spes (GS) las que resultan de enorme importancia para los moralistas. Esta constitución situaba a la Iglesia en el corazón de un mundo marcado por la historia y vinculaba directamente el núcleo central de la fe -el misterio pascual- con la conducta humana (GS, 33-39). Esta actitud «teologal» tan novedosa y liberaba a los cristianos de una moral compacta y minuciosa, en la que cada norma parecía poseer idéntico peso, sin que hubiese la posibilidad de apreciar su origen.

divendres, 10 d’agost del 2012

COM EMERGEIX DÉU EN EL PROCÉS EVOLUTIU?

Leonardo Boff
Teòleg, filòsof i escriptor

Font: Adital

La nova cosmologia, derivada de les ciències de l’univers, de la Terra i de la vida, apareix formulada en la perspectiva de l’evolució ampliada. Aquesta evolució no és lineal. Coneix parades, reculades, avanços, destruccions en massa i noves recuperacions. Però, mirant cap a enrere, el procés mostra una direcció: cap endavant i cap amunt.

Som conscients que reconeguts científics es neguen a acceptar una direccionalitat en l’univers. Simplement no tindria cap sentit. D’altres, com el conegut físic britànic Freeman Dyson –en cito solament a un– afirma: «Com més examino l’univers i estudio els detalls de la seva arquitectura, més evidències trobo que ell deuria haver sabut, d’alguna manera, que estàvem en camí».

De fet, mirant retrospectivament el procés evolutiu que ja té 13.700 milions d’anys, no podem negar que hi ha hagut una escalada ascendent: l’energia es va tornar matèria, la matèria es va carregar d’informacions, el caos destructiu va esdevenir generatiu, allò simple es va fer complex, i d’un ésser complex en va sorgir la vida i de la vida la consciència. Hi ha un propòsit que no pot ser negat. Efectivament, si les coses en els seus mínims detalls no haguessin passat com han passat, ara no n’estaríem parlant, d’elles.

diumenge, 5 d’agost del 2012

ESPIRITUALIDAD CENTRADA EN JESÚS

JOSÉ A. PAGOLA

Nada hay más urgente en la Iglesia de hoy que volver a Jesús para centrar con más verdad y fidelidad nuestra espiritualidad en su persona y su proyecto de reino de Dios. En unos tiempos en que se está produciendo un cambio socio-cultural sin precedentes, la iglesia necesita una conversión al Espíritu que animó la vida entera de Jesús, que es fuente y camino de una espiritualidad sana, creativa, liberadora y generadora de esperanza. Después de veinte siglos de cristianismo, el corazón de la iglesia necesita conversión y purificación. De lo contrario el cristianismo corre el riesgo de diluirse en formas religiosas cada vez más decadentes y sectarias, y cada vez más apartadas de lo que fue el movimiento inspirado y querido por Jesús.

«Espiritualidade centrada en Xesús», Encrucillada 175 (2011) 490-510

Font: Selecciones de Teologia, 51 (2012) 177-188

En este tiempo de luces y sombras, en medio de esa constelación de espiritualidades que nacen, medran y se entrecruzan dentro del complejo fenómeno de la New Age, nos preguntamos si es posible atisbar algún amanecer para esta humanidad inhumana que hunde en la miseria a millones de hombres y mujeres, mientras sigue destruyendo de modo imparable la casa de todos y poniendo en peligro la propia vida. ¿Amanecerá realmente un día nuevo con el nacimiento de esa espiritualidad laica dispuesta a sustituir en un futuro no muy lejano las religiones y creencias del pasado?

Entretanto, es cada vez más patente en la iglesia católica la «mediocridad espiritual» que ya denunciaba hace años Karl Rahner con tanta lucidez. Nuestra iglesia no posee hoy el vigor espiritual que necesita para enfrentarse a los retos del momento actual. Después de veinte siglos de cristianismo, en unos tiempos en los que se está produciendo un cambio socio-cultural sin precedentes, la iglesia necesita no ya un simple aggiornamento, sino una conversión al Espíritu que animó la vida entera de Jesús.

En estos momentos difíciles pero apasionantes, Jesús puede ser la fuente y el camino humilde de una espiritualidad sana, creativa, liberadora y generadora de esperanza. Entendiendo por «espiritualidad de Jesús» un estilo concreto de vivir que se alimenta de su Espíritu y que conduce a los que lo siguen a vivir al servicio de una vida más digna y más abierta a la esperanza en el Misterio bueno de Dios.

Espiritualidad enraizada en la pasión profética

Lo primero que hemos de ver es que la espiritualidad de Jesús se enraíza en la experiencia bien conocida de los profetas de Israel. Jesús no es un sacerdote del templo, ni un maestro de la ley dedicado a defender el marco legal. Los campesinos de Galilea ven en sus gestos y palabras la actuación de un hombre impulsado por el espíritu profético: «Un gran profeta ha surgido entre nosotros».

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