Pedro Casaldáliga
Acompaño con breves comentarios toda una letanía de miedos de la Iglesia:- Hay miedo aún al marxismo, no superado todavía a pesar del derrumbe del socialismo real.
- Hay miedo al moderno mundo secular que ha desplazado a la Iglesia del ámbito público, relegándola a una esfera más privada.
- Hay miedo al diálogo ecuménico que se ha enfriado en los últimos años. Las iglesias se repliegan para defender su identidad y protegerse.
- Hay miedo al diálogo interreligioso, a esa proliferación de expresiones religiosas de todo tipo por el mundo entero, que es el macroecumenismo.
- Hay miedo a la colegialidad episcopal y al resurgir de las iglesias locales. Con frecuencia algunos obispos tienen -o tenemos- ciertos problemitas con el «centro» a causa de la colegialidad episcopal y el resurgir de las iglesias locales. El centralismo existe en la Iglesia, debemos reconocerlo.
- Hay miedo a los laicos, miedo a que tengan opinión pública en la Iglesia y a sus compromisos sociales, políticos. Por más que se hable del protagonismo de los laicos, a la hora de la verdad, cuando laicas y laicos se comprometen, o bien los dejamos solos o, incluso, los condenamos.
- Hay miedo a la mujer, uno de los mayores miedos, y a que participe en las decisiones de la Iglesia, aunque se defiendan esos derechos. En la sociedad, la mujer sí puede y debe ser igual al varón; en la Iglesia, no.
- Hay miedo a los teólogos. Hay muchos libros de teólogos ya escritos, que no se imprimen porque podría venir la censura. Conozco algunos casos.
- Hay miedo a las culturas. Eso ocurre un poco por causa del diálogo interreligioso, porque evidentemente dialogar con las culturas es dialogar con las religiones.
- Hay miedo a la juventud, aunque se intenta captarla. Es crítica, contestataria, bulliciosa, libre. Trastorna con su sonido de alto volumen y de ahí lo demás.
- Hay miedo a la teología de la liberación latinoamericana. El papa dijo que ahora la teología de la liberación ya no es un problema. Yo, con todo respeto y con todo cariño, creo que nunca fue un problema. Para nosotros, por lo menos, fue bastante una solución y aún lo es. Pero sigue habiendo un cierto miedo a la teología de la liberación, a las teologías menos tradicionales, también a la teología asiática, africana.
- Hay miedo a las comunidades eclesiales de base y se intenta reparroquializarlas.
- Hay miedo también a la vida religiosa inserta en las periferias, en los márgenes. Me parece muy bien que los religiosos y religiosas atiendan a la educación, pero sin abandonar la periferia, la frontera.
- Hay miedo a las sectas; de pronto llamamos "secta" a todo. Iglesias evangélicas, ¡sectas! Todo es secta.
- Hay miedo a revisar temas como el ministerio ordenado, el celibato opcional, los ministerios laicales y nada digamos de la ordenación de la mujer.
- Y hay miedo a los cambios litúrgicos y a las nuevas experiencias.
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